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Las pensiones con discapacidad y trabajos en blanco: cuál es el histórico problema y qué desafíos persisten

Hasta ahora, las personas con discapacidad perdían sus pensiones al ser contratados por una empresa, lo que muchas veces llevaba a que rechazaran oportunidades cuando estas eran de jornada reducida o por temporada. Santiago Libertella, que trabaja hace diez años promoviendo la inclusión laboral de personas con discapacidad, señala que es necesario que tanto desde el sector público como desde el privado se cambie la mirada hacia la discapacidad para generar más inclusión.

Durante la última semana, se publicó el decreto presidencial 566/2023, que permite la compatibilidad de las pensiones no contributivas por discapacidad y el empleo en blanco. Dicho de otro modo: a partir de ahora, las personas que cobran una pensión por discapacidad no van a perderla al ser contratadas formalmente, una situación recurrente que dificultaba la inclusión laboral del colectivo.

“A menudo sucedía que al cruzar datos de ANSES y AFIP, al dar de alta un trabajador automáticamente se caía la pensión no contributiva. Además del dinero, los beneficiarios de la pensión también cuentan con una obra social, y dejar esta cobertura era una de las principales barreras para optar por un empleo en blanco por parte de personas ocn discapacidad”, explica Santiago Libertella, director comercial y de comunicación de Inclúyeme.com, una empresa que promueve la inclusión laboral en países de América Latina, quien tiene diez años de experiencia en el rubro. Y profundiza: “Muchas de estas personas se atendían hace años con el mismo profesional o mantenían tratamientos que no podían interrumpir. Por eso, muchos no estaban dispuestos este tipo de trámites (que podían dilatarse) y cambios que implicaba un empleo formal”

Por otra parte, Libertella cuenta que “hay personas que tienen ofertas para trabajar con una jornada laboral reducida o por temporada, y entonces el beneficio resulta poco atractivo ante la posibilidad de perder tanto la pensión como la obra social”.

El principal problema era la rreactivación y el tiempo de esa pensión. Al recibir además del dinero una obra social, era una de las principales barreras. Volver a reactivarlo era complejo. La medida es muy relevante para que tanto la pensión económica como la obra social no se caigan al ingresar a un empleo formal.

Si bien Libertella considera que es “superinteresante” que se ponga en práctica esta medida, ya que borra una barrera que generaba duda a las personas con discapacidad con alguna propuesta laboral. De todas maneras, aclara que es necesario que desde las empresas abran sus puertas. “Gran parte del problema es la falta de oportunidades y la falta de conciencia de que vivimos en un mundo diverso. Es necesario que todas las personas comprendan la diversidad del mudo en el que vivimos y que den oportunidades más allá de las características de cada persona”.

“Necesitamos pensar cómo desde el sector privado y público seguir generando acciones que favorezcan el desarrollo de las personas con discapacidad”, agrega. Y concluye: “Persisten sesgos o mitos que giran en torno a la discapacidad. Hay que trabajar la cultura organizacional y generar esa cercanía con la temática. Y generar más oportunidades, que las empresas sean conscientes de que si van a contratar talento no se enfoquen si tiene o no una discapacidad, o si es parte de la comunidad LGTBQ+ o no, sino si tienen talento”.

A su vez, Libertella destaca que la falta de oportunidades para personas con discapacidad no se da solo a nivel labora, sino también en lo educativo. Una investigación que hizo el año pasado Inclúyeme.com en toda América Latina reveló que el 80 % de las personas con discapacidad dice tener barreras para acceder a estudios, principalmente a raíz de su discapacidad.

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