La infancia, la escuela y los cambios sociales

Título

La infancia, la escuela y los cambios sociales

Descripción

Artículo

Autor

Paula Valeri

Editor

Mariana Schenone
Tania Gil

Fecha

Junio 2018

Idioma

Español

La Infancia, La Escuela y Los Cambios Sociales

Paula Valeri
Psicóloga Social Capacitada en la construcción de equipos de trabajo


El devenir la infancia y su escolarización
En primera instancia desarrollaremos el concepto de infancia desde su surgimiento en la modernidad, hasta la concepción de la misma en la actualidad. Se tomará en cuenta el origen del denominado “sentimiento bifronte” hacia la infancia planteado por Ariès.
Intentaremos desarrollar este concepto socialmente emergerte en la modernidad, mediante el análisis de textos de diferentes autores como Mead, Baquero y Narodowski.
Pretendemos demostrar que en un contexto actual de continua redefinición, el concepto de infancia planteado en la modernidad ha quedado obsoleto.
En segunda instancia intentaremos tomar la infancia como punto de partida de la institución escolar, abordando los conceptos de infantilización y escolarización. Plantearemos como éstos se ven afectados, con el inminente avance del acceso a la información, producido por las nuevas tecnologías y los consecuentes cambios producidos en las nociones de infancia y escuela hasta la actualidad.

Palabras clave: infancia, escuela, cambios sociales


El surgimiento
Consideramos necesario comprender el surgimiento del concepto de infancia, como una construcción histórico y social de la modernidad. En la sociedad medieval, según las tesis propuestas por Philippe Ariès (1986), el concepto de infancia no existía como tal. Concretamente lo que no existía era la idea de la infancia como un grupo social específico con características propias que las diferenciaran de la adultez o de los jóvenes.  Es decir, la infancia no tenía un status propio, los niños eran vistos como adultos pequeños.

Dicho status sólo se consigue mediante el surgimiento de lo Ariès (1986) denominó “sentimiento de infancia”, lo cual generó un cambio social gradual en las actitudes hacia los niños, por ejemplo el reconocimiento de su vulnerabilidad.  Según este autor, este es un sentimiento bifronte, por un lado surge la necesidad de cuidado y protección; y por otro lado, la solicitud de severidad para poder formar futuros adultos autónomos. Este nuevo sentimiento surge en el contexto de cambios sociales dentro de la familia: surge la familia nuclear, lo cual brinda condiciones para la idea moderna de infancia. Es decir en la modernidad, la infancia comienza a ser vista como una etapa de larga duración, que requiere de una preparación especial. El niño comienza a ser catalogado como un ser inacabado, como un agente heterónomo, vulnerable, que necesita protección de un adulto. Deja de ser para la sociedad un adulto en miniatura.   
En el período que se inicia con la “construcción del niño moderno”, se pasa a ver progresivamente que los niños son destinatarios con ropas propias, juegos, cuidados especiales que los distinguen del mundo de los adultos.  El niño ahora es dependiente del adulto, necesita su protección, a la vez es disciplinado por el adulto, por lo cual le debe obediencia.  Esta transformación implica la aparición de un cuerpo infantil. Queda claro que el vínculo entre el niño y el adulto debe ser puramente asimétrico, es una relación que se da desde la carencia de una de las partes. Narodowski (1994), siguiendo a Rousseau, afirma que
“La relación entre el niño y el adulto es necesariamente asimétrica en virtud de una clausula fundante de la misma: el niño es heterónomo por ser niño mientras el adulto es autónomo por, justamente, ser adulto. Por lo tanto, la relación se establece a partir de la carencia de una de las partes y la actividad compensadora de la otra.” (Narodowski, 1994, p.40).

La Escuela: el encierro de la niñez
Este proceso de infantilización mediante el cual se comienza a sentir amor, protección, y se considera como agentes heterónomos a los niños, según Ariès y varios historiadores de la niñez, es un fenómeno paralelo y complementario al de escolarización.
La entrada de los niños a las escuelas terminará por dar forma al niño moderno.
Es necesario alejar a los niños de la vida cotidiana de los adultos, la aparición de la escuela es un hecho relacionado a este alejamiento: es causa y consecuencia. Además la institución escolar tiene como función la enseñanza de escritura y lectura.
Baquero y Narodowski (1994) plantean el surgimiento de la institución escolar como “el dispositivo que la modernidad construye para encerrar a la niñez.” (Baquero y Narodowski, 1994, p.4). Plantean un encierro topológico, corpóreo y en categorías que elaborará la pedagogía para resignificar la niñez. Para estos autores, la infancia representa el punto de partida y de llegada de la pedagogía, el cuerpo infantil será su objeto de estudio y la escuela su escenario.  Esta disciplina permite naturalizar la condición de alumno de los niños, y en el ámbito escolar considerarlos cuerpos obedientes y heterónomos. Los alumnos obedecen a los maestros, debido a que son carecen de razón y son seres indefensos. Los docentes se encargan de llevar a los alumnos hacia la adultez, es decir a la autonomía, que sin su obediencia, no sería posible.
¿Hoy podemos seguir hablando de la niñez como un ser inacabado, heterónomo, de un cuerpo infantil que obedece en la escuela? ¿Este concepto de infancia no ha quedado obsoleto?
La pérdida de la gradualidad: ¿La desaparición de la infancia?
Según Neil Postman (2011) la imprenta ayudó a crear la idea de infancia y de escuela, porque creó una nueva idea de adulto dado que el mismo debía saber leer.  En las escuelas unos de los objetivos era enseñarles a leer a los niños, lo que quería decir enseñarles cómo convertirse en adultos. Pero ese aprender a ser adultos, implicaba un proceso gradual y en etapas. A mediados del siglo XX para obtener conocimientos el sujeto debía atravesar todos los niveles del sistema educativo.
En ese contexto, explica Postman, en su obra The Disappearece of Childhood (2011), la aparición y expansión de los medios electrónicos, específicamente la televisión, da cuenta de cómo impacta sobre la sociedad moderna sin gradualidad, generando un proceso de equivalencia entre niños y adultos. Permitiéndoles a los niños acceder a la información, al conocimiento de los secretos que la vida adulta encierra para ella misma, secretos como la sexualidad, la violencia, las enfermedades, la muerte, etc.  Todos los televidentes reciben la misma información, al mismo tiempo, sin discriminar edad. El niño y el adulto la decodificarán de distinta manera.
Con la llegada de los medios electrónicos, se instala una nueva situación, que vuelve atrás esa distinción entre adultos y niños. Postman (1994) plantea en ese entonces, la “desaparición de la infancia”. Sin embargo esta pérdida de la gradualidad y de la diferencia entre niños y adultos no nos permite afirmar que la infancia desaparece.  Desde su óptica Narodowski (2006), no concibe la inevitable finalización de la infancia, sino que muestra esta crisis del concepto expuesto en la modernidad, llevándolo hacia dos polos: infancia hiperrealizada e infancia desrealizada.
Nuevos conceptos de Infancia.
La infancia desrealizada, explica Narodowski (2016), son los niños que no presentan las características típicas de todo infante, y por lo tanto no generan sentimientos en el otro, de protección y ternura.  Estos no concurren a la escuela, trabajan y no están infantilizados. 
Narodowski (2016), cuando hace mención a una infancia hiperrealizada, se refiere a aquellos niños digitales, tecnológicos, que no conciben la realidad sin la información al alcance de su mano, sin requerir de los adultos, de manera inmediata y sin necesidad de realizar esfuerzo alguno.
Es una infancia sujeta a los ritmos vertiginosos de la cultura de las nuevas tecnologías y los nuevos medios masivos de comunicación. Niños que nacen y crecen con esas tecnologías que manejan, mejor que los adultos a quienes consideran “analfabetos virtuales”.
Es lo Margaret Mead (2002) desde la antropología, describe esta infancia hiperrealizada como una cultura prefigurativa. Sólo aquellos formados en la cultura de la inmediatez tienen la palabra autorizada, la relación transgeneracional ya no es asimétrica como se acostumbraba, ya que el joven no atiende necesariamente al adulto. Para Mead (2002), eso sucedía en lo ella denomina cultura posfigurativa, en donde los conocimientos y experiencia se transmitían generacionalmente, lo cual era valorado en la cultura a pesar que lo cambios eran lentos. Los adultos se sacrificaban para proteger a sus niños. Se trataba de vínculos asimétricos: los mayores transmitían progresivamente los saberes necesarios para que los menores lograran su autonomía y alcanzaran la adultez. En este tipo de intercambio, los vulnerables e inocentes infantes obedecían y esperaban pacientes, porque la experiencia y la antigüedad lo eran todo.
En esta cultura prefigurativa poseer conocimiento o ser experto ya no tiene tanto valor, en relación a la rapidez en que los saberes acumulados son cambiados, quedando obsoletos.
Siguiendo esta línea, Narodowski (2016) plantea la pérdida de la asimetría entre el vínculo de los jóvenes y los adultos, lo que para él autor “implica una horizontalización del vínculo entre grandes y chicos, lo que presupone –como toda relación entre equivalentes- la intercambiabilidad de roles.” (Narodowski, 2016; p 90).

Conclusión
Si entendemos entonces que la infancia es una construcción histórica y social, comprendemos también que las transformaciones sociales en relación con los cambios en la familia, hicieron surgir el concepto de infancia concebido en la modernidad. La irrupción de los medios masivos de comunicación y, específicamente el impacto de televisión adquieren una relevancia particular para pensar las nuevas infancias. Si bien los cambios sociales no son estáticos, podemos afirmar que el concepto de infancia planteada en la modernidad ha quedado obsoleto. La infancia heterónoma, indefensa característica de ese periodo, ya no es tal, los niños ya vienen cargados de conocimientos que acceden sin gradualidad mediante los medios electrónicos.  Las infancias contemporáneas perciben de un modo diferente a los adultos y a la escuela por el acceso a la información tempranamente y muchas veces sin la transmisión de un adulto. Dejan de ser esos niños sumisos, dependientes, obedientes. La infancia ha cambiado radicalmente, no hay razón para la obediencia. Los niños nacen y crecen en una cultura vertiginosa del consumo.
Somos los adultos, en el rol de padres y maestros, los que nos encontramos obligados a adaptarnos a ellos. La escuela, a pesar de los cambios sociales, sigue siendo la misma que la modernidad ha creado, que intenta día a día adaptarse a estas infancias. Se ha resignificado el concepto de infancia, considero que el desafío más importante que tiene la escuela es hacer lo mismo comprometidamente. ¿Será esto posible?.


 Referencias bibliográficas:

  • Aries, P. (1986). “La Infancia”. Revista de Educación, Nro. 281, pp.5-17.
  • Baquero, R. y Narodowski, M. (1994). "¿Existe la infancia?” Revista del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación, N°6.
  • Mead, M. (2002). Cultura y Compromiso. Barcelona: Gedisa.
  • Narodowski, M. (1994).  Infancia y Poder: La Conformación de la Pedagogía Moderna. Buenos Aires: Aique.
  • Narodowski, M. (2016). Un Mundo sin adultos. Buenos Aires: Debate.
  • Postman, N. (2011). The dissapearance of childhood. New York: Vintage.