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El rol de la mujer en el sistema educativo

Espacios que se abrieron a la profesión docente fueron un camino para que las mujeres tuvieran voz en la esfera pública

Para comprender el papel que juegan las mujeres en el sistema educativo es necesario revisar su rol en la historia y la incidencia que tuvieron en ese ámbito, como su lucha por el reconocimiento social, por el derribo de las barreras ideológicas que las recluían a un papel secundario, al hogar, a los hijos y a la familia.

Los espacios de desarrollo profesional y personal eran lugares exclusivos para el hombre. El Magisterio mismo estaba reservado a los hombres, debido a la influencia que tuvo en América la llegada de las órdenes religiosas, donde, a pesar de tener entre sus filas a mujeres devotas, predominaban los hombres.

Los jesuitas fueron los que se destacaron en cuanto a su rol educador, enseñando en sus misiones, mayormente, a los indígenas.

En efecto, los primeros maestros provenientes de las órdenes fueron sacerdotes y se encargaban de educar exclusivamente al alumnado masculino.

Luego, en 1755, por medio de Manuel Belgrano, se promovió un lugar para las mujeres en la educación, el que descansaba en su rol de madres, ya que debían tener el papel de “generalizar las buenas costumbres y la moralidad”.

 En 1823, Bernardino Rivadavia impulsó, junto a sus reformas de tinte liberal, la educación de las mujeres, creando para ello una serie de instituciones que albergaban niñas.

Habría que esperar un tiempo, hasta 1852, para que otro actor importante en la historia argentina fomentara el rol de la mujer en la sociedad. Domingo Sarmiento, debido a su viaje a Estados Unidos, logro visualizar la importancia de la educación para el progreso social; la educación como sinónimo de civilización, que se debía dirigir a todos los sujetos sociales, sin excepción.

Además, allí coincidió en la necesidad de dotar de mayor cantidad de mujeres al papel educativo y por ello se encargó de traer maestras protestantes para impartir la enseñanza del Magisterio en el país y formar mujeres maestras.

Sarmiento pudo reconocer en las mujeres la capacidad de llevar a cabo, con mayor fuerza, una emancipación de todo el conjunto social.

El aporte de José Manuel Estrada fue el de la enseñanza de oficios a las mujeres: dibujo, costura y economía doméstica eran las claves para ellas. Además, consideraba importante la educación de ambos sexos, pero diferenciados, es decir, en establecimientos distintos.

Quien mayor énfasis puso en poner a la mujer en un papel similar al del hombre, con sus herramientas de la época, fue Juana Manso; por sus inclinaciones políticas familiares, ya en Uruguay organizó el Ateneo de Señoritas, donde impartía, a jóvenes y señoras, clases de lectura, gramática, aritmética, francés, labores, dibujo, canto, piano, y lecciones de moral.

 Fue un personaje que salía de lo común, en cuanto a las “representaciones patriarcales” de la época, porque se desempeñó sin problemas, tanto como maestra, escritora, periodista y traductora, en espacios donde la mujer no tenía lugar.

Su crítica a la sociedad y a la “cultura varonil” iba referida a la educación católica dogmática (ella era protestante), porque otorgaba un rol menor a las mujeres.

 

Más allá del hogar

Pensaba que la mujer no debía buscar su realización solamente en el hogar, sino que tenía muchas cosas para brindarle a la sociedad y debía ocupar un lugar similar a la de los hombres, porque solo así una sociedad podría denominarse moderna y liberal.

Su labor se centró en generar espacios de sociabilidad para las mujeres donde promover el pensamiento y el debate. Sostenía que la emancipación de ellas debía producirse a través del conocimiento.

En el Siglo XX, la incidencia femenina en la educación se convirtió en predominante.

La ley de Escuelas Normales Nacionales de 1869 creó una institución exclusiva para la enseñanza de maestras mujeres, debido a la mayor demanda de estas para formarse (Escuela Normal para Maestras).

Esa mayor demanda de las mujeres en cuanto a su formación como educadoras respondía al estatus que brindaba el desempeñarse en un trabajo no manual, un empleo respetable, de cierta preeminencia social, que además podía asegurar un buen matrimonio.

Esta mayor presencia de la mujer, según Graciela Morgade, hizo con el tiempo que fuese no solo un trabajo para mujeres, sino de mujeres (a 30 años desde la creación de la primera Escuela Normal, las mujeres representaban el 85% del cuerpo docente).

Se vinculaba esta preeminencia en el carácter maternal de ellas, por contraposición a la del hombre, y al ser trabajadoras “más baratas” y con mayor capacidad para amoldarse a situaciones adversas y precarias. Pero este proceso también llevó a la feminilizacion del mercado laboral, en palabras de Silvia Yannoulas, quien resalta la creciente importancia de la inclusión de la mujer en los ámbitos de trabajo y en particular en la función pública educacional.

La realidad mostró los límites en cuanto al ascenso de las mujeres en el campo educativo, donde los cargos jerárquicos eran ocupados casi en exclusividad por hombres.

Pero, aun así, es de resaltar el camino recorrido y ganado por las mujeres.

Ya en el proceso de reglamentación de la educación en la Argentina, la Ley 1.420 de Educación destaca, en el artículo 10, el valor de la mujer como educadora e instaura las clases mixtas y el Estado como garante de estas.

Aun así, las mujeres luchadoras empezaron a sobresalir, propiciando nuevos espacios de sociabilidad. La lucha gremial-sindical fue un aspecto importante en cuanto al rol activo de las mujeres, promoviendo huelgas para visibilizar reivindicaciones sociales de todos los maestros.

 

Luchar por un lugar

Las mujeres, a lo largo de la historia, debieron luchar por un lugar en la sociedad, porque esta comunidad ha tenido arraigada en su esencia una visión machista y patriarcal muy fuerte.

Hay que destacar la relevancia que ha tenido internacionalmente el capitalismo en el crecimiento del rol de la mujer en la sociedad, porque al demandar mayor cantidad de trabajadores para satisfacer también la ascendente demanda de bienes y servicios, las mujeres debieron entrar al mercado laboral, como fuerza de trabajo activa. Y esa situación llegó también al país.

También propició un cambio de mentalidad en cuanto a la mirada sobre la mujer en los espacios laborales, anteriormente reservados solo para los hombres.

Es a partir de ello que la mujer apareció en dichos ámbitos, tomando mayor relevancia en el rol de educadoras.

Aunque los prejuicios no terminaron, ni tampoco las discriminaciones sobre el género femenino, ni las desigualdades en la escala salarial, en tanto hombres y mujeres, como tampoco las limitaciones para ascender a cargos jerárquicos.

En los últimos años, se ha visibilizado y combatido en mayor medida esa situación, como  nunca antes en la historia, pero hay que seguir concientizando, educando, difundiendo, trabajando para lograr una mayor equidad de género, porque en esta lucha no solo ganan las mujeres, sino la sociedad entera, porque se vuelve más justa.

https://www.eldiariocba.com.ar/locales/2023/5/10/el-rol-de-la-mujer-en-el-sistema-educativo-95904.html