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Argentina cambió: no llores por ella.

Por Mariano Narodowski

En las PASO 2023 el candidato que planteaba consenso, acuerdos inter-partidarios, cambios en diez años y coso, sacó el 11% de los votos. Ganó el que propone metáforas como la motosierra y la dinamita seguido, lejos, por el representante del oficialismo de la inflación acelerando y la pobreza creciendo, quien deja tercera a la candidata del si no es todo es nada. Pero entre motosierra y todo o nada, sumados, ganarían en primera vuelta: la Argentina cambió.

Con las PASO cayeron viejas certezas. La primera afirmaba que los jóvenes no están interesados en la política porque no están comprometidos, no ven programas políticos, no comentan columnas de periodistas destacados, no militan y se informan por tik-tok. Sin embargo, fueron el combustible del ganador. Hace un mes yo debatía sobre la generación diezmada de los setentas: qué desorientado, qué estúpido. ¿Cómo llamar a la generación de los dos mil nacidos y criados en la pobreza, el narco, la inseguridad, el trabajo precario y la falta de proyecto?

La segunda presagiaba que no se puede ganar una elección presidencial sin aparato. Pues bien, a los votantes no les interesó el aparato ni el aparato fue capaz de contradecirlos: la voluntad le ganó al aparato. Pudo haber alguna ayuda que facilitó la victoria pero que en ningún caso la promovió: eso de que en Formosa motosierra sacó el 35% porque su Lord así lo quiso es cierto, pero no contradice el hecho de que ese 35% o más de formoseños deseaba votar al candidato anarcocapitalista.

La tercera, auguraba que nadie ajeno al sistema puede levantar la cabeza en la jungla política sin que se la corten. El ejemplo era el gato, quien, a pesar de destacar por presidir un club, demoró cinco años en ser Jefe de Gobierno y otros ocho en ser Presidente. Al contrario, en estas PASO triunfa uno cuya única apuesta electoral fue hace dos años en el distrito de los pituquitos, donde sólo logró dos diputados. Vuelto celebrity por un programa de TV de cuatro puntos de rating en sus mejores noches…

La última certeza señalaba, arrogante, que los sectores populares rechazan ideas capitalistas. Que el subsuelo de la Patria solo sublevaba sentimientos peronistas. Pues no, Milei venció allí, en los otrora bastiones nacionales y populares. Y si fue un voto emocional (cosa difícil de probar), lo habrá sido en la misma medida que cuando iba para el kirchenirsmo, salvo que los pobres se vuelvan racionales con Cristina e irracionales con Javi.

Pablo Touzón dice que Milei es el hijo punk de Macri y es cierto. Pero un hijo punk también requiere de una madre fálica, dura, rigurosa, que vaya por todo. Compañera de banco y hermana generacional de Patricia y madre adoptiva de Sergio, quien malogró hace cosa de 8 años su intento de matricidio.

Así como consenso encarnaba la extemporánea audacia de la moderación, como todo punk Milei es la audacia de la ruptura. Larreta era el músico de estudio, con productor de Los Angeles y orquesta sinfónica para rock sinfónico; Milei es el L Gante que graba en la casa “tu novio salió corriendo, mirá como corren los chetos”, Fiteando a Bizarrap y a la Joaqui: Zeitgeist hegeliano para todos y todas.

Milei es la transgresión de los límites de las identidades políticas convencionales, atildadas, bien pensantes y políticamente correctas que no gritan, no se enojan, no dicen lo que piensan, sonríen, no se vuelven a enojar, no insultan. Se presenta como el loco foucaultiano encarnando la ausencia de obra: llama “chorros” y califica como “casta” al mundo político después de veinte años de hegemonía kirchnerista, incluidos cuatro de una centro derecha que no consiguió los objetivos mínimos que se impuso, excepto romper una racha histórica sobreviviendo cuatro años. Cóctel fatal con fondo blanco, cuya última curda es el 50% de chicos argentinos pobres.

Milei buchonea a las dirigencias argentinas y no solo a las políticas, me buchonea a mi también. Nos manda al frente mostrando nuestra impotencia reflexiva: incapacidad de identificar, pensar y resolver lo nuevo. La impotencia reflexiva -un concepto de Mark Fisher para describir a la izquierda incapaz de pensar el realismo capitalista- no se aplica solamente al marxismo. Impotencia reflexiva que hace trastabillar a Patricia y a sus fans de la primera hora, quienes se han transformado de sanguinarios halcones en peligrosos gorriones.

El caso de los vouchers educativos es el mejor ejemplo: imposible que un Presidente los aplique sin modificar la Constitución Nacional, como mostré en esta nota de Cenital. Todos los expertos de acuerdo. Lo mismo pasa con la topadora al CONICET, una idea como mínimo poco seria y como máximo siniestra. Pero… ¿qué proponen ex halcón y pobreza creciendo para salir del colapso? No está claro: poco sobre el qué y casi nada sobre el cómo. Así como van, si ganan, solo les quedará defender un status quo educativo y científico en el que ni siquiera ellos mismos creen.

Algo parecido pasa con la enrevesada propuesta de dolarización anarco capitalista  y su intrincada crítica opositora,  imposible de entender incluso para mi, que terminé la secundaria llevándome solo dos materias. Del lado ex halcón entró en el segundo tiempo uno que hace tiempo precalentaba: Carlitos de Lanús, muy querible para mi como todo armenio. Su función sería contrarrestar la astrología de la dolarización con argumentos económicos racionales: parafraseando a Eva, a la fuerza brutal del anarco capitalismo incomprensible le opondremos la fuerza republicana del racionalismo, con chamuyo de barrio, de arrabal con guapos sub 70, con la biaba de todo tanguero de ley. El resultado está cantado: si se tiene que elegir entre una explicación astrológica sencilla de la dolarización con la complejidad de la teoría de la relatividad con sus flujos bimonetarios, sus incentivos alineados, sus equilibrios, y la quimera del aumento de la productividad, el resultado parece cantado, y no es precisamente un tango.

Es la impotencia reflexia; el pensamiento está en coma y la prueba es que caducaron los cruces entre “populistas” y “neoliberales” que organizaron al sistema político durante veinte o treinta años. La grieta ya fue. Nadie lo vio venir.

Denunciar las contradicciones del loco refuerza su popularidad: el Loco Gatti, el Loco Houseman, el Loco Bielsa, el loco Enrique o el loco Abreu lo sabían. A Milei le decían Loco desde que era arquero de un pequeño club que se tuvo que ir de Villa Crespo: dale, pedile coherencia ahora.¿Estás loco Macaya?

Cualquiera de los tres podrá ser Presidente pero pase lo que pase la Argentina cambió.

Quejarse y seguir proponiendo soluciones nostálgicas refuerza al círculo vicioso de un declive que no parece terminar más.

Argentina cambió. Más vale el riesgo realista de repensarla antes que la patética melancolía de llorarla.

https://disonante.substack.com/p/argentina-cambio-no-llores-por-ella