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Stefania Giannini: “Sin apoyo presupuestario, la educación es solo una noble discusión filosófica”

  • La jefa del área de Educación de Unesco cuenta por qué recomiendan limitar el uso de los celulares en la escuela.

  • Y cómo ve los desafíos del aprendizaje en la Argentina y en el mundo.

Por Ricardo Braginski

Jefa mundial del área de Educación de la Unesco, la italiana Stefania Giannini es -desde 2018- algo así como la ministra de todos los ministros de Educación del mundo. Antes de llegar a este puesto, entre 2014 y 2016, fue ministra de Educación de Italia, con Matteo Renzi como premier.

Hace un mes, la Unesco reunió a representantes de todos los países en Montevideo, Uruguay, donde presentaron un informe global sobre el impacto que está teniendo el uso de la tecnología sobre los aprendizajes. Y donde pidieron que los países prohíban el uso de los celulares en las escuelas.

- ¿Por qué ese pedido?

- En realidad no pedimos prohibir los celulares en el aula. Lo que hicimos fue compartir nuevas evidencias interesantes sobre los riesgos de usar estos y otros dispositivos en el aula sin incluirlos dentro de un programa de tecnología educativa. ¿Que quiero decir? Que, para los 14 países en los que tenemos información -que todavía es una muestra restringida- vemos claramente que si un alumno tiene su teléfono móvil cerca y recibe una notificación, como es habitual con estos equipos, lo distraen del enfoque en el proceso de aprendizaje y recién vuelve a prestar atención 20 minutos después. Esto ya es una evidencia científica. De esto se puede inferir que si los teléfonos inteligentes y los dispositivos -en términos generales, toda la tecnología- no es parte de un programa de transformación digital de los sistemas educativos, si los docentes no se involucran y lideran el proceso, podemos tener un grave problema.

- ¿Cuál es la propuesta específica que hacen?

- Hace poco presentamos un informe a la comunidad internacional en Uruguay. La recomendación que damos, especialmente a los ministros y gobiernos, es que la tecnología debe usarse para mejorar los resultados del aprendizaje y no solo por usarla. La tecnología por sí sola no sirve.

- ¿Apuntan a los efectos de aplicaciones que generan adicción, como TikTok o Instagram?

- No necesariamente. Estamos hablando de la tecnología en general, y no solo smartphones. La tecnología, en la era digital en la que vivimos, es una especie de extensión de nuestras aptitudes y habilidades. Nos permite adquirir nueva información. Es una nueva herramienta y posiblemente también un apoyo positivo a las actividades humanas. Sin embargo, si no está impulsado por principios éticos, y en el caso de la educación por el verdadero propósito que es mejorar el aprendizaje, puede tener muchos riesgos para los alumnos.

- Argentina está avanzando en el plan Conectar Igualdad, de entrega de notebooks. ¿Cree que contradice estas recomendaciones?

- No lo creo, aunque no tenemos ningún detalle sobre la implementación del programa. Argentina, como muchos otros países, se comprometió a cambiar la educación a través de la transformación digital. Ahora, la pregunta es, una vez que los niños argentinos tengan la infraestructura, ¿está incluida dentro de un programa de educación digital? El ejemplo de los teléfonos inteligentes es bastante claro: esos dispositivos no son para aprender y enseñar. Puedes usarlos con ese fin, hay aplicaciones que pueden ayudar, pero deben estar dentro de un programa. Te puedo dar un ejemplo en el que Unesco está promoviendo un buen uso y es en Ucrania. Allí, el gobierno, a raíz de la guerra, pidió a Unesco que ayude a proveerles a los maestros 52.000 dispositivos. Teníamos un acuerdo con una empresa, que es Google, y a través de este acuerdo, logramos darles a los maestros ucranianos los dispositivos. Pero les dijimos: ‘nosotros apoyamos con estos equipos y la infraestructura, pero para que se usen con herramientas pedagógicas, de apoyo social y emocional a los docentes que están en conflicto’. Es algo que Unesco está haciendo en muchas otras regiones. De lo que se trata es del contenido, de la cuestión pedagógica. Eso es a lo que los países tienen que enfocarse, según nuestra visión.

- En el último informe también hablan del uso apropiado de la inteligencia artificial en el aula. ¿A qué se refieren con uso apropiado?

- Nos referimos a las regulaciones y ser conscientes de que la inteligencia artificial -especialmente la generativa- no puede ser tratadas en el aula de manera diferente a como lo hacemos, por ejemplo, con los libros de texto. Como maestro o como escuela, si quiero usar un libro de texto tengo que pasar por un proceso de validación. Porque los libros brindan contenido a los alumnos . Es una parte muy importante de la educación. Es la sustancia: se trata del conocimiento que proporcionan. Pero en el caso de IA, hasta ahora, sin ninguna regulación, sin ninguna responsabilidad de los gobiernos y las autoridades -también autoridades globales y de organización internacionales- no tenemos ningún filtro entre lo que la máquina puede generar y producir y quienes son los usuarios finales. ChatGPT y otras inteligencias artificiales, en mi opinión, no son malas o buenas por sí mismas. Son muchas las oportunidades que esta tecnología avanzada brinda para mejorar nuestros procesos de aprendizaje y la producción de conocimiento. Pero hay que tener en cuenta los riesgos.

- ¿Cuáles son los riesgos?

- Hasta ahora, no sabemos mucho. Incluso para aquellos que están trabajando en el diseño de estos modelos de lenguaje muy grandes en los que está basado ChatGPT es una especie de caja negra. Y como cualquier caja negra antes, para ser utilizada, especialmente en un contexto sensible como la educación, donde tienes que moldear la mentalidad de la próxima generación, requiere de algún proceso de control y equilibrio.

- ¿Cómo ve el rol que está jugando la industria tecnológica en relación a los impactos que pueden tener sus productos en los aprendizajes? ¿Los ve preocupados?

- Creo que es nuestro trabajo hacer que se preocupen. Por definición, las industrias buscan negocios. Es su trabajo. Pero creo que, dada la transformación profunda y radical que esta nueva generación de tecnología está brindando al mundo, veo un espacio para crear un diálogo nuevo. Por ejemplo, Unesco, cuando apareció la pandemia y 1.600 millones de estudiantes quedaron afuera de la escuela porque todas cerraban -especialmente las latinoamericanas-, en ese momento lo que hicimos fue comenzar a monitorear la situación, ver cómo evolucionaba, a compartir toda nuestra evidencia y datos. Pero lo más importante, empezamos a restablecer lo que llamamos una coalición de la educación global. Y esta coalición llamó al sector privado, a las grandes empresas responsables de las infraestructuras y los dispositivos, para que se sentaran alrededor de la misma mesa y les dijimos: ‘Escuchen, queremos asegurar que siga el aprendizaje y por eso los necesitamos, pero necesitamos que las iniciativas sean en nuestro términos’. Es importante que la Unesco vigile al sector privado. Creo que la Unesco puede y debe jugar un rol de vigilante.

- Aunque Unesco vigile, hay que ver cuánta importancia les da el sector privado...

- Bueno, con el informe que presentamos sobre la tecnología, vieron datos concretos, como que los alumnos pierden 20 minutos en recuperar la atención sobre el aprendizaje cuando se dispara una notificación. Naturalmente, desde Unesco, como organización internacional del sistema de Naciones Unidas, no tenemos ningún poder de imposición. No es nuestro trabajo. Pero tenemos el poder de despertar la conciencia. Y de compartir los datos objetivos. Es un poder muy importante.

- De todos modos, es cada uno de los países el que debiera regular...

- Naturalmente. La responsabilidad política -es de los gobiernos.

- El problema surge cuando, por la crisis, los gobiernos dependen mucho del sector económico...

- Ahí es una cuestión más amplia. ¿Es la primacía de la política sobre la economía o la primacía de la economía sobre la política? Yo creo en la política, en el sentido amplio y noble de la etimología de la palabra: polis es la definición de la ciudad, de la comunidad, somos todos ciudadanos, miembros de una comunidad. Entonces, política es el buen gobierno de la comunidad, de la cosa pública. Si esa es su misión fundamental, creo que la política debe orientar a la economía y no al revés.

- ¿Qué quedó de la pandemia? Países como la Argentina estuvieron entre los que más cerraron las escuelas. ¿Se recuperaron los aprendizajes, a nivel global?

- Los países de América Latina, en general, tienen dos desafíos principales. Uno es los niños que abandonaron las escuelas y la segunda, muy relacionada, la crisis de los aprendizajes. Estos dos desafíos ya venían desde antes de la pandemia, pero fueron muy amplificados por el cierre de escuelas. Sin embargo, creo que en esta región la falta de infraestructura digital y los instrumentos necesarios son una explicación de la crisis educativa. El único efecto positivo de la pandemia, más bien la única lección, para los países es que ahora todos ponen el foco en la educación digital. Ahora, la Argentina, como otros países, se enfocan realmente en la transformación digital, lo toman seriamente como una responsabilidad.

- ¿Entonces presentaron el informe ahora por la mayor digitalización de la enseñanza?

- No. El foco del informe es advertir sobre los riesgos en no proceder de una manera responsable e informada. Nada más. No veo futuro de la educación sin la tecnología. La tecnología es una parte esencial, porque es una parte esencial de la vida. Nuestro mensaje es que se la use de manera informada, responsable, y éticamente orientada. Y que es posible hacerlo así.

- ¿Los docentes están preparados para eso?

- No. Tenemos una investigación hecha con entre 60.000 y 70.000 docentes de todo el mundo, y el 60% nos dijo que saben que el cambio climático y la tecnología son cruciales, que saben que tienen que aprender y que enseñar sobre eso, pero que no se sienten preparados. Nuestra misión también es trabajar para la preparación de los docentes.

- ¿Cómo ve a la educación argentina?

- Veo a la Argentina como un país miembro muy comprometido en el escenario internacional. La Argentina es el país que ha representado al grupo de países latinoamericanos en el objetivo 4 de la agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, que es el que se ocupa de las metas educativas globales para el año 2030. Y esta señal es muy positiva.

- ¿A cuánto estamos de cumplir los metas educativas planteadas en ese objetivo 4?

- Creo que la pandemia ha tenido un impacto negativo, claramente. Pero al mismo tiempo ha aportado mucho a que el desarrollo de la educación esté en el centro de debate. Quedó claro que sin la escuela y sin los docentes en las clases y los adultos acompañando no hay educación. Generó conciencia, y ahora estamos mejor posicionados para transformar el sistema de educación. Transformar la cuestión digital, climática, de la preparación y valorización de los docentes, las competencias básica (la lectura y la escritura). Y una última y más importante dimensión políticamente hablando, que es el financiamiento de la educación. Todo lo que dijimos en esta interesante entrevista si no es apoyado con decisión de presupuesto, es solo una noble discusión filosófica. Yo que soy humanista, amo la filosofía, pero sin presupuesto no se puede avanzar en los objetivos educativos planteados por las Naciones Unidas.

De pulsear con los gremios a mirar las aulas del mundo

“Debo toda mi vida a la educación. Vengo de una familia sencilla, soy la primera que se recibió en una universidad”, le cuenta a Clarín la italiana Stefania Giannini, que en el año 2018 fue coronada como la jefa mundial del área de Educación de la Unesco. Algo así como la ministra de todos los ministros de Educación del mundo.

Antes de llegar a este puesto, entre los años 2014 y 2016, Giannini ocupó el cargo de ministra de Educación de Italia, durante el mandato de Matteo Renzi como premier. Desde ese lugar impulsó una amplia reforma del sistema educativo italiano, que puso el foco en la evaluación de los aprendizajes, que incluía una evaluación a la metodología pedagógica, e incluso a los docentes. “Esto fue un punto muy delicado”, le dice a este diario.

Giannini explica que también encararon un “plan nacional digital para las escuelas”. “Fuimos los primeros de Europa en implementarlo, en 2014. Francia lo introdujo al año siguiente”, afirma.

Como en tantos países, las reformas tuvieron que enfrentar el rechazo y la oposición de los sindicatos docentes.

- ¿Cuál cree que debe ser la actitud de los gobiernos frente a estos conflictos?

- El sindicato de docentes debe estar implicado en el proceso de transformación.

- ¿Y si no lo están?

- Hay que convocarlos. Es muy importante que los docentes estén en el centro de los procesos de transformación. No puede haber ninguna transformación sin los docentes comprometidos.

- El conflicto suele estar con los gremios, con los representantes...

- Sí, conozco muy bien el tema. Pero tenemos que tomar conciencia que los ministros de Educación de cualquier país y los representantes de los docentes tenemos la misma misión: avanzar, progresar en el sistema, dar las mejores condiciones para los alumnos y la comunidad. Y no puede haber una confrontación dura, para eso existe la diplomacia.

- ¿Pueden los ministros de Educación avanzar en reformas si no tienen el suficiente apoyo de los presidentes o jefe de gobierno?

- En educación la responsabilidad es del ministro, pero la misión debe comprender a todos los componentes de un gobierno.

- No es lo que pasa en muchos países…

- Eso es rol de la política. El año pasado el secretario general de la ONU António Guterres llamó a los presidentes y primeros ministros de todos los países del mundo para que se comprometan a la transformación de los sistemas educativos de los países. Y recibimos 140 compromisos. La llamada estuvo directamente orientada a los jefes de gobierno. Para nosotros la educación debe implicar una responsabilidad colectiva de todos.

Giannini es de Pisa, hija del dueño de un restaurante y una ama de casa. Se graduó como lingüista y dice que debe “muchísimo a la escuela pública italiana: hice la primaria, la secundaria y universidad pública”.

El mensaje para los estudiantes del mundo es sencillo. “El conocimiento sirve para cualquier cosa que uno quiera hacer o ser, y es el único patrimonio que nadie nunca te puede quitar”.

Itinerario

Stefania Giannini (62) es italiana y se graduó en Humanidades en la Universidad de Peruggia. Fue profesora universitaria y se ha desempeñado como Rectora de la Universidad para Extranjeros de Perugia, entre 2004 y 2012.

En paralelo desarrolló una intensa actividad política, que la convirtió en senadora entre 2013 y 2018 y ocupó el cargo de ministra de Educación, Universidades e Investigación entre 2014 y 2016.

En el año 2018 fue elegida subdirectora General de Educación en la Unesco, el mayor cargo a nivel educación de ese organismo de las Naciones Unidas.

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