El 25 de julio pasado, la ministra de Educación provincial, Adriana Cantero, anunció que a partir del ciclo lectivo 2023 se implementará en Santa Fe un nuevo esquema de “avance continuo” para el nivel secundario. De acuerdo a las declaraciones oficiales, “con el objetivo de eliminar la repitencia y bajar el índice de deserción escolar”.
Eliminación de la repitencia en el secundario: las voces docentes
Profesores del nivel medio y superior opinan del anuncio provincial de aplicar un esquema de "avance continuo".
¿De qué se trata la medida? “El avance continuo es poder seguir con el grupo de pares mientras se cursa el año, muy parecido a lo que se hace en la universidad o en los institutos terciarios, porque volver a hacer lo que uno ya había aprobado existe solo en la secundaria”, dijo la ministra, y afirmó que con el nuevo sistema los estudiantes del nivel medio “estarán mejor preparados para afrontar estudios superiores”. En síntesis, el avance continuo elimina la repitencia en el nivel secundario, permitiendo a los estudiantes pasar de año aún cuando adeuden varias materias, que finalmente deberán aprobar sobre el final del nivel para egresar del secundario.
Como toda política educativa, el esquema de avance continuo merece un espacio de reflexión sobre sus efectos e implicancias. Para ello, La Capital dialogó con educadores de nivel medio y superior, que se pronunciaron sobre algunas cuestiones en las que vale la pena bucear y también debatir. ¿Qué impacto puede tener esta medida en términos de calidad educativa, será positiva para los estudiantes a la hora de continuar estudios superiores o insertarse en el mercado laboral?. Y también: ¿tendrá algún impacto en la universidad pública?
En el debate, los docentes consultados destacaron los nuevos enfoques evaluativos, al tiempo que pusieron en cuestión las verdaderas intenciones de la medida. En algún caso se la calificó como unilateral, no consensuada con quienes transitan el territorio de las escuelas, mientras que en otro se plateó el interrogante de su implementación. También se marcaron las incongruencias de la cartera educativa respecto a otras políticas públicas sostenidas, y como común denominador señalaron que para evitar la repitencia y el abandono se requiere de más recursos económicos y humanos, lo que se traduce en mejores condiciones laborales para la docencia santafesina.
Para la profesora de ciencias sociales Lorena Druetta esta es una cuestión que debería haber sido abordada desde hace tiempo en la educación secundaria. Considera que esta medida moviliza el discurso escolar en cuanto a que en muchas familias aún continúa el mensaje de la evaluación sólo como calificación y acreditación. “Pensar en evaluación es pensar en un proceso que atraviesa toda la trayectoria educativa de los y las estudiantes”, dice Druetta, quien es docente en el nivel medio y superior en institutos de formación docente.
Recuerda que el sentido de la educación secundaria es preparar a los estudiantes para la vida, ya sea para insertarse laboralmente o para continuar con estudios superiores, por tal motivo no se puede pensar en la evaluación como acreditación de un espacio curricular desvinculado del contexto social, político, económico, cultural y ético. “Si no le damos sentido a los planes de estudio desde este lugar, el paso por la escuela secundaria seguirá siendo algo más en la vida de los y las estudiantes. Es importante pensar en una educación de equidad, trabajar con problemáticas sociales enfocadas desde la ESI (educación sexual integral), la educación ambiental y los derechos. Pensar y poner en marcha una pedagogía desde la emancipación”, señala.
La docente afirma que el impacto de esta medida en la educación universitaria va a ser inevitable, y que por tal motivo es importante articular con la educación superior y convocar a todos los sujetos partícipes: estudiantes, docentes, investigadores y a quienes están en el territorio de las escuelas. “Las políticas curriculares no pueden tomarse detrás de un escritorio, implican un texto en un contexto. Ese es un desafío para la educación, el poder pensar una educación de calidad, inclusiva con acceso a las nuevas tecnologías. Una educación para la vida social y política”, reflexiona.
La evaluación en debate
La educadora Liliana Sanjurjo también toma la palabra. Recuerda que la docencia de la que forma parte siempre cuestionó la evaluación escolar que utiliza como único dispositivo el examen final y el sistema de repetición de todo un año por no haber aprobado algunas materias. “En realidad, exponer a un chico a hacer el mismo recorrido a través del cual ya fracasó no solo no sirve, sino que resulta una experiencia frustrante que muchas veces termina en el abandono”, explica, y se pronuncia a favor de un esquema de evaluación como proceso continuo, que permita reunir información del proceso de aprendizaje y que sea formativo, en tanto sirva para aprender y no para etiquetar a los estudiantes. Que permita a los chicos y chicas darse cuenta de los procesos realizados, y no para que la institución los expulse.
“Este proyecto —apunta Sanjurjo— dice sostenerse en algunos de esos principios, sin embargo despierta muchas dudas y controversias, en la medida que no se ha dicho nada acerca de cómo se va a acompañar un esquema que requiere, tal como lo afirma la ministra, de más recursos humanos y tecnológicos”. Entre otras dudas que surgen, la docente destaca el temor de que el avance continuo sea una iniciativa que sirva sólo para modificar las estadísticas. Y aclara: “Esa duda se fundamenta en la incoherencia que supone realizar un proyecto costoso, que requiere invertir en tecnología y recursos humanos, mientras no se están garantizando las condiciones mínimas para que el trabajo docente sea digno”.
También se pronuncia sobre el temor de muchos a que los estudiantes se desmotiven al no tener más el examen como condicionante para continuar su trayectoria. Y aclara: “Utilizar el examen como condicionante, lejos de mejorar el aprendizaje, lo ha empobrecido. Por lo tanto, en buena hora que no funcione como el principal estímulo para condicionar el aprendizaje. La calidad no se garantiza a través de los exámenes, sino a través de los procesos en el aula. En este sentido, comparto ese fundamento que sostiene el Ministerio”.
La incongruencia más evidente que marca Sanjurjo es que mientras se anuncia este proyecto, la provincia de Santa Fe participa nuevamente de las pruebas Pisa, cuyos fundamentos y finalidad van en sentido contrario a lo que dicen sostener en la propuesta de avance continuo. Con respecto a los impactos a futuro, la docente considera que dependerán de su implementación, de la que nada se ha dicho. Y concluye: “De lo que estoy segura es que para que se puedan acompañar satisfactoriamente trayectorias estudiantiles diversas y muchas veces problemáticas, es indispensable conformar cursos con grupos pequeños y mejorar considerablemente las condiciones laborales de los docentes. Lo que no supone solo garantizar buenos salarios, sino también acompañamiento, promover licencias para su formación, e incentivos económicos para que aquellos de más experiencia se queden a trabajar en los contextos más complejos”.
Crisis de saberes
Por su parte, para el docente Juan Manuel Núñez, iniciativas como el avance continuo tienen que ver con una intensión de los gobiernos de responder a las demandas sociales que se reflejan en los resultados de las encuestas o en los focus group. Y lo hacen con elaboraciones instantáneas, como quien da respuestas rápidas a problemas complejos.
Núñez es profesor en el los institutos Nº 29 y 35, y en la escuela media Nº 3.078, y desde su experiencia docente explica que los problemas que atraviesa la educación en todos sus niveles están ligados a una transformación de época, que no se alcanza a dimensionar y que tiene que ver con la desestructuración de las culturas letradas con las cuales se conformó la modernidad y sus instituciones, entre ellas la escuela: “No solo hay una crisis de la escuela, hay una crisis de los propios saberes que circulan en ella. La lógica de estudio de comprensión y reflexión que requieren materias como historia, literatura o filosofía, plantean desarrollar un mirada crítica y reflexiva sobre el mundo. Mientras que las lógicas instantáneas actuales de las redes sociales y la imagen recurrente no coinciden con esa reflexión”.
Para el profesor, los proyectos educativos deben dar respuestas en el mediano y largo plazo, por lo que considera al esquema de avance continuo como una respuesta bastante mala, “porque reconfirma ese corto plazo que el ciudadano encuestado está teniendo como referencia”. Y agrega: “Cualquier planificación o proyecto educativo para que sea coherente y transforme a la ciudadanía precisa de tiempo y recursos. Un plan educativo no puede ser pensado en función de la inmediatez de las próximas elecciones, sino que tiene que ver con un proyecto de 20 a 30 años”. Además, sostiene que mensurar y evaluar con algún tipo de requisito, estimula a los estudiantes a sistematizar algún tipo de conocimiento, y que es una herramienta que los docentes utilizan, no para atemorizar sino para estimular a sus alumnos.
Sobre el impacto del avance continuo, cree que en lo inmediato será negativo. “Lo mas probable —dice— es que disminuya el estímulo y la posibilidad de transmisión de conocimientos al interior del aula. Se verán muchos estudiantes que cuando lleguen al último año de la secundaria se van a encontrar en una situación en la que adeuden muchísimas materias”. Asimismo, indica que no favorecerá a los estudiantes en el avance hacia los estudios superiores, un cambio de ciclo que ya es escabroso para muchos chicos y chicas: “El traspaso del universo del secundario a la educación superior se ve cada vez más dificultoso, porque los espacios de formación en el nivel medio han sido trastocados por el impacto de la pandemia, las condiciones económicas, históricas y culturales que estamos habitando”.
A la hora de pensar una salida positiva y realista a la problemática de la repitencia y el abandono escolar, Núñez se pronuncia en favor de mejorar las condiciones laborales de los y las docentes. “Los problemas de repitencia hay que atenderlos y eso se hace con más recursos y capacitación docente. Que haya profesores que no estén al frente del aula y se creen cargos precisamente para atender a aquellos pibes y pibas que están quedando afuera del sistema escolar”, indica.
Una medida unilateral
La docente y secretaria adjunta de Sadop Rosario, Silvana Cadahia, también se pronuncia sobre el tema y pone el foco en la legitimidad de la medida. Recuerda que el esquema de avance continuo no fue presentado a la docencia y sus representantes, sino que se anunció en los medios y comunicó a las escuelas de manera arbitraria. “Una medida unilateral que no resulta de un diagnóstico construido por el colectivo docente y parece responder a una necesidad de marcar agenda y mostrar que algo se hace. Lamentablemente es una medida que busca impacto mediático, genera confusión y aumenta las tensiones al interior de las comunidades educativas”, señala. Al cierre de esta edición las escuelas recibieron una convocatoria a dos jornadas de consulta para debatir sobre el tema, que se realizarán el lunes 22 de agosto para estudiantes y el viernes 26 para docentes.
La secretaria del gremio de docentes privados indica además, que la calidad educativa no pasa por indicadores cuantitativos de repitencia, sino por otros más complejos en los que deben considerarse las implicancias de un sistema escolar en expansión con el nivel secundario obligatorio.
La pregunta clave que se hace Cadahia es “cómo una propuesta educativa puede sostenerse y alcanzar objetivos de inclusión, cuando paradójicamente sus protagonistas docentes y estudiantes no participaron de los procesos de construcción, análisis y debate”. Además, explica que el contexto socioeconómico y político es el que determina la escolarización. Es decir, que hay menos estudiantes en las escuelas porque directamente no van, no porque no aprueben materias o repitan. Dice que esta problemática tiene raíces que exceden lo educativo, y que aún desde este ámbito no hay decisión política para encarar una transformación educativa en general y del secundario en particular. “En Santa Fe no hay escuelas de reingreso como las que tienen otras provincias para acompañar las trayectorias estudiantiles, respetando las particularidades de la población escolar. Se dio una oportunidad histórica con la pandemia y no se hizo nada, el sistema funcionó en piloto automático, sosteniendo la institucionalidad por parte de los equipos docentes, directivos y familias”, indica, y destaca que en la provincia fueron las propias comunidades educativas de gestión privada las que encararon proyectos alternativos para poblaciones estudiantiles que fueron expulsadas del sistema educativo del nivel secundario. Las escuelas de gestión social como la Etica o el Bachi de Tablada, Papa Francisco o el aula “8 de marzo” del bachillerato de la Escuela Nº 3.161 Marcelino Champagnat son ejemplos de cómo las mismas escuelas se organizaron y encararon proyectos contemplando las necesidades reales de la población estudiantil.
Respecto del impacto que el avance continuo puede tener en chicos y chicas, la docente señala que el verdadero desafío está en el acompañamiento que se hace desde las políticas públicas económicas, sociales y culturales, para que los estudiantes puedan sostenerse en el nivel. Entiende que del mismo modo sucede con el mercado laboral: si no hay políticas de empleos sostenido en la Argentina, la escuela por sí sola no puede revertir esa situación. “Se le hacen demasiadas demandas a la escuela y cada vez se le quita más posibilidades de transformación genuina, que son aquellas que nacen de sus propios protagonistas, gestadas desde el sentir colectivo de la comunidad, no la que se cranea en una oficina de planeamiento”, destaca.
Por último, la secretaria gremial no avizora un impacto favorable para la universidad pública. Indica que desde el Instituto de capacitación e investigación Nº 4.087 se trabajó en un relevamiento y análisis de los procesos de transformación vivenciados por la docencia en su trabajo cotidiano en las escuelas secundarias: “Se realizó un diagnóstico que está a disposición para debatir e intercambiar ideas en mesas paritarias cuando el gobierno esté dispuesto a dialogar con quienes tienen a su cargo la tarea educativa. Ese es el gran desafío, escuchar lo que pasa en la escuela y para eso hay que caminarlas, vivirlas y sentirlas. En suma, poner el cuerpo, el corazón y los brazos para el logro de una justicia educativa, fundamental para el logro de la justicia social”.