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Para crear escenarios futuros hay que analizar las señales

Este año se llevó a cabo, en Barcelona, la Tercera Conferencia Mundial de Educación Superior (WHEC) con amplia participación de instituciones de educación superior latinoamericanas y con un claro impulso a que la universidad cambie aceleradamente y aporte más a la sociedad. Este evento convocó a voceros de todas las regiones del mundo, la presentación de múltiples ponencias y de una agenda marcada por la realidad de la pandemia; el impacto y la dificultad para integrar efectivamente procesos de transformación digital; los desafíos de ampliación y retención de la matrícula en el mundo; sus consecuencias financieras; la asimilación de las diferentes ofertas de educación no universitaria, y el refuerzo con el compromiso vinculado a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Según el reporte de la Unesco, participaron 1800 personas —provenientes de 130 países— en 120 mesas redondas, 86 charlas, cinco actividades dirigidas por jóvenes, y en las presentaciones de diversos grupos de expertos y documentos alineados con la visión de “Futuros de la educación superior”.

Uno de estos documentos, solicitado a petición expresa de la Unesco, fue el que desarrollé junto con la educadora Andrea Cuéllar y con las valiosas aportaciones de reconocidos líderes mundiales dentro y fuera del sector. El nombre del reporte esConstruir una visión de futuros para las Universidades. Este trabajo incluyó la recopilación y el análisis de decenas de estudios producidos en los últimos veinticuatro meses alrededor del mundo y en varios idiomas, y entrevistas con más de treinta reconocidas voces en todos los continentes con visiones complementarias tanto de educación pública como privada, modelos emergentes de disrupción y emprendimiento en el sector, inversionistas, modelos de inclusión, formatos en línea, híbridos, presenciales que atienden desde segmentos de extrema vulnerabilidad hasta las élites con mayor acceso.

Su objetivo fue reflexionar y proponer nuevos procesos de pensamiento en torno a las ideas ya establecidas y la incorporación de otras más originales e innovadoras; e identificar prácticas de referencia, tecnologías de vanguardia y tendencias que arrojan luz sobre lo que podría llegar a ser la educación superior en el año 2050. Se trató más de un ejercicio de imaginación que de documentación. La premisa de este ejercicio es que el futuro reside primero en la imaginación, luego en la voluntad y, finalmente, se vuelve realidad. Fue muy enriquecedor profundizar en las experiencias de los líderes globales que ya han dejado huella en la innovación de la educación superior y en su gestión desde países como Brasil, Estados Unidos, España, Dinamarca, México y Sudáfrica.

Conforme nos adentramos en la tercera década del siglo XXI, el mundo se complejiza e interconecta cada vez más. El exceso de contenidos e información y la escasez de caminos conocidos para solucionar los desafíos emergentes impulsarán a los modelos existentes de educación superior (ES) hacia una acelerada y permanente transformación, a volverse más flexibles e introducir métodos innovadores de aprendizaje y enseñanza, así como a integrar nuevas formas de credencialización que respondan a la imperiosa necesidad de fomentar un ecosistema más amplio de posibilidades.

Para crear escenarios futuros se identificaron señales —innovaciones capaces de alterar el statu quo— que permitieron proponer nuestros escenarios preferidos para el futuro. Algunas de estas señales responden a cuestiones en trayectorias hacia las tendencias dominantes, mientras que otras se refieren a cuestiones más emergentes que pueden o no alcanzar la madurez.

Al analizar las señales y tendencias, vemos una serie de elementos que tienen un “camino de depreciación”, mientras que otros están en un “camino de apreciación”. A partir de este análisis creamos una visión hacia el año 2050: las instituciones de educación superior estarán conformadas por capas que integrarán todo el espectro de acceso, servicios, caminos, experiencias, recursos, alianzas y tecnologías necesarios para expandir y aumentar su alcance ante la diversidad de estudiantes que concuerdan con el propósito de cada institución. Los elementos críticos de diferenciación serán el propósito, la filosofía y el enfoque propio que dará identidad a cada institución.

Conforme el tipo de estudiantes universitarios se vuelva más diverso, multigeneracional y global, la mayoría de las instituciones necesitarán desarrollar un conjunto de servicios que, mediante la tecnología, respalden cada paso del viaje del o de la estudiante que durará toda su vida, así como integrar un ecosistema en constante cambio de componentes adicionales a manera de distribuidor o centro de operaciones. La diversidad de las personas y la diversidad de las experiencias se convertirán en activos de gran riqueza. Cada uno aprende y se involucra de manera diferente y la interrelación y conexión con los demás será una parte esencial del aprendizaje. Un encuentro cara a cara tendrá que ser una experiencia fantástica e inolvidable para compensar el importante aumento del gasto energético, tanto personal como de recursos renovables que involucra el desplazamiento hasta el campus físico de la universidad o la institución de educación superior.

Una vez definida la visión, se propuso una trayectoria cimentada en siete pilares que guiarán a cada institución en su camino hacia una agenda de transformación con objetivos específicos en diferentes grados de desarrollo de acuerdo con sus propias capacidades.

1. Menos universidades, más posibilidades: crear un tipo de institución que sea más relevante, para más personas, durante más tiempo, con más opciones.

2. Multiversidad: impulsar instituciones multisegmento, multigeneración, multiformato, multicertificado y multidisciplinarias.

3. Ecosistémica: desarrollar nodos activos de innovación abierta en interacción con todos los grupos de interés y recursos que se reconfiguran permanentemente para agregar valor y mantenerse actualizado en relación con los avances en el conocimiento.

4. Propósito e impacto: desplegar sentido y percepción significativos; que las instituciones de educación superior sean conscientes de su riesgo reputacional y de la legitimidad que está en juego para los estudiantes y la comunidad.

5. Viajes y caminos de las y los estudiantes: buscar trayectorias que se adapten a cada individuo y a cada parte interesada en cada una de las etapas de la relación a largo plazo, y que hay en cada nivel de intensidad.

6. Experiencias de aprendizaje aumentadas: impulsar el aprendizaje activo, el aprendizaje social y rutas de aprendizaje experiencial que se relacionen con desafíos de la vida real y que complementen los esfuerzos humanos con el enriquecimiento tecnológico.

7. Sobrevivir a la incertidumbre: promover un liderazgo que cree entornos innovadores, que permitan la experimentación, el fracaso y el desarrollo ágil de nuevos productos y servicios, así como procesos rápidos e interrelación entre sectores.

Es decir, se trata de proponer que las universidades (o instituciones de educación superior) sean fluidas, que logren evolucionar conforme la naturaleza del trabajo también se vaya transformando. La esperanza de vida seguirá aumentando y la idea en la que las personas se preparan para una etapa de trabajo durante un tiempo específico ya no refleja el mundo real lleno de cambios acelerados y desafíos interdisciplinarios.

En el pasado, todas las ondas tecnológicas parecían ser lineales: primero, era la onda semiconductora; luego estaba la ola de la computadora personal, que fue seguida por la ola del internet y la móvil/social. Cada una de estas olas duró de 10 a 15 años, después de lo cual, pasaremos a la siguiente. Lo que hace que esta era sea distinta es que hoy tenemos varias olas grandes interactuando a la misma vez.

Al final de la conferencia, la Unesco presentó la hoja de ruta para la educación superior para la próxima década, denominada “Más allá de los límites. Nuevas formas de reinventar la educación superior”. Es una invitación a dar forma a estas ideas, adaptándolas a diferentes contextos, guiados por principios éticos compartidos. El documento propone lineamientos para la creación conjunta de sistemas de educación superior más abiertos, inclusivos, equitativos y colaborativos.

Este reporte permite dimensionar apropiadamente las variadas dimensiones de una transformación, toma elementos que ya han funcionado en otras partes del mundo y los acerca de forma integral, como si se tratara de una sola institución. Por último, el documento considera los componentes que pueden generar un marco de referencia para estructurar estrategias de cambio y reconoce que la innovación no proviene de la tecnología, sino de nuevas formas de colaboración y liderazgos más ágiles, conscientes y mucho menos jerárquicos que los que tradicionalmente han prevalecido en las instituciones de educación superior hasta ahora.

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