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Hacia una educación efectiva: Abordando las falencias y promoviendo buenas prácticas

Por:  Catalina de La Tour d'Auvergne*

En el artículo “¿Por qué los chicos ya no aprenden a leer y escribir?: un ensayo culpa a la excesiva influencia de pedagogos y psicólogos en la escuela”, Claudia Peiró expone diferentes razones por las que el sistema educativo y la escuela fallan, respaldándose en un ensayo escrito por Lucrecia Rego de Planas. El artículo presenta a las jornadas pedagógicas obligatorias, los gabinetes psicológicos de las escuelas y los pedagogos, como “influencias mortíferas” para la educación. Las fallas del sistema educativo no nos son ajenas, muchos puntos presentados son reales y pueden ser desesperanzadores. A pesar de las malas prácticas o características expuestas en el artículo, existe también otra cara de la misma moneda, como pueden ser las buenas prácticas y las ideas que nos pueden ayudar a salir del estancamiento educativo.

 

Es una realidad que hoy en día los chicos van pasando de grado sin saber, como dice Claudia Peiró (2022) “el derecho a la educación se ha convertido en el derecho a ingresar, transitar y egresar del sistema, se aprenda o no.” Los niños no están adquiriendo y dominando las habilidades básicas con las que tienen que contar para poder continuar con su escolarización de forma exitosa. Cuando un alumno pasa de grado sin los conocimientos y habilidades necesarios, remediar las faltas y cumplir con el currículum establecido es un gran desafío, por lo que a veces se opta por bajar los niveles de exigencia para que se adecúen a la realidad del niño.

 

¿Qué medidas debería tomar la escuela frente a esta problemática? Es necesario “atacar” el problema de raíz: los niños cada vez tardan más tiempo en aprender a leer y escribir, y terminan primaria sin comprender lo que leen. Hoy existen programas como “Queremos Aprender” o “Aprendo Leyendo”, que abordan esta problemática y buscan asegurar una alfabetización temprana de los niños de primer y segundo grado. En la misma línea, es necesario idear planes y estrategias remediales para ayudar a todos aquellos alumnos que no fueron alfabetizados correctamente a alcanzar la fluidez y adquirir las estrategias de comprensión que les permitan tener una experiencia exitosa en la escuela. En este punto es importante marcar que dichas medidas y estrategias no deben significar “bajar la vara”, sino que deben ayudar y acompañar al niño para que, al finalizar el año escolar, haya alcanzado los niveles de desempeño esperados en el grado o año en que se encuentra. Como se propone en el programa “Derecho a Aprender a Leer y Escribir” (DALE!) de Beatriz Diuk, que trabaja con niños mayores de 8 años que no fueron correctamente alfabetizados.

 

De la mano de ayudar y acompañar al alumno para que pueda alcanzar los objetivos planteados, está la “moda”, como Claudia Peiró declara, de que cada escuela cuente con un gabinete psicopedagógico. Es muy común escuchar que tanto psicólogos como psicopedagogos se dedican a encontrar un “niño problema” en cada alumno, como si de esta manera se pudiera justificar y desresponsabilizar al niño de sus faltas en la escuela: el objetivo no es buscar y demonizar culpables, sino buscar soluciones en cooperación con los distintos actores involucrados en el sistema. (Docentes, profesionales de la salud, familias)

Hoy Unesco, el Bid y Unicef, en mesas de diálogo, están trabajando en cooperación en la construcción de los sistemas de alerta temprana, (SAT) con el fin de tener evidencia de la trayectoria de cada alumno y poder identificar dificultades tempranas para desarrollar estrategias de evaluación y monitoreo acorde a cada niño y no dejar a nadie atrás. (ODS4)

 

En 2016 el CONICET realizó un estudio que explora las representaciones docentes sobre las intervenciones psicopedagógicas en los ámbitos educativos. El mismo demostró que “todos los docentes encuestados afirmaron que es necesario contar con un espacio dentro de las instituciones educativas destinado a trabajar con la problemática del aprendizaje.” Respecto de este punto, los maestros encuestados expresaron que el espacio debería estar conformado por psicopedagogos, psicólogos, fonoaudiólogos, trabajadores sociales, neurólogos y terapistas ocupacionales. A pesar de lo que Claudia Peiró sostiene en su artículo, no se trata de una simple “moda”, sino de una adquisición que en muchos casos ha logrado mejorar la calidad educativa y las experiencias de aprendizaje, y que debe ser considerada innovadora.

 

Los psicólogos y psicopedagogos pueden identificar las señales de alarma en la conducta de los niños y detectar las dificultades de aprendizaje que pueden tener. En una escuela, la práctica bien entendida de la psicología y la psicopedagogía, al reconocer las dificultades de aprendizaje en un niño, primero se debe aplicar un programa de intervención para asegurarse de que el niño haya aprendido como corresponde. Si una vez que el programa de intervención se aplicó, no se encuentra respuesta, entonces en ese momento sí se realizan las observaciones necesarias para diagnosticar la dificultad de aprendizaje correspondiente. Un diagnóstico tiene el fin de identificar la dificultad para trabajar y pensar estrategias para lograr los objetivos y brindar apoyo a los docentes y a las familias con recursos acorde a cada niño. No es rotular, es saber el qué, para así pensar el cómo y el para qué. En este sentido, el diagnóstico no es con el fin de “eliminar las cruces” o justificar la razón por la que los niños fallan en la escuela, el verdadero objetivo es trabajar interdisciplinariamente, donde docente, pedagogo, psicólogo y médicos, piensen estrategias que ayuden al niño a alcanzar los niveles esperados, independientemente de sus dificultades. 

 

El artículo plantea la idea de que los pedagogos desacreditan tanto el magisterio como las técnicas de enseñanza convencionales. Los pedagogos se enfocan en el estudio del aprendizaje, con el propósito de comprender cómo los estudiantes adquieren conocimientos para así mejorar las prácticas educativas. Independientemente de la aceptación o desacuerdo con las propuestas de los diversos pedagogos, es innegable que muchos han contribuido significativamente a la mejora de la calidad educativa. 

 

John Dewey introdujo el concepto de que el aprendizaje no se limita a lo teórico, sino que implica una dimensión teórico-práctica. Jean Piaget aborda las etapas del desarrollo infantil, mientras que Lev Vygotsky destaca el valor del juego en este proceso. Ausubel destaca el papel que juega la motivación a la hora de lograr un aprendizaje significativo. Estos son sólo algunos ejemplos, ya que hay muchos más pedagogos que han enriquecido la comprensión de los docentes sobre cómo hacer más efectiva y mejor la enseñanza.

 

Actualmente, reconocemos la importancia de implementar lo aprendido y adaptar el contenido y los estímulos según el nivel cognitivo del niño. Comprendemos que el juego es una herramienta poderosa para desarrollar las funciones de atención, memoria, resolución de problemas (las funciones ejecutivas) así como desempeña un papel fundamental en la motivación. Somos conscientes de que un niño desinteresado no aprende de la misma manera que uno interesado, por lo tanto, es esencial mantenerlos motivados y alentarlos en el proceso educativo.

 

Existe la impresión equivocada de que la pedagogía busca erradicar por completo las prácticas tradicionales en el ámbito escolar. En este sentido, es fundamental recordar la importancia de encontrar un equilibrio entre lo tradicional y lo innovador. Evaluar de manera constante las prácticas es esencial para identificar aquellas que demuestran eficacia, incluso si son tradicionales. Al mismo tiempo, es importante abrir espacio para la mejora, el diálogo en función de cada niño, comprender que no todos aprenden de la misma manera y así lograr la implementación de nuevos métodos de enseñanza que buscan fomentar experiencias de aprendizaje más efectivas.

 

En este contexto, es necesario comprender que las jornadas pedagógicas obligatorias, también conocidas como "Espacios de Mejora Institucional" (EMI), no deben ser consideradas a priori como momentos que "roban tiempo de enseñanza". Estas jornadas deben entenderse como espacios dedicados a la reflexión sobre las prácticas educativas, con el objetivo de mejorarlas. Es fundamental aclarar que mejorar no implica eliminar; más bien, implica perfeccionar, enriquecer, afinar, complementar métodos, muchas veces, y corregir las prácticas educativas a través del trabajo colaborativo entre pedagogos, psicólogos, profesionales de la salud y docentes. El objetivo central es y siempre debe ser buscar el mejoramiento continuo y la optimización de las estrategias pedagógicas y didácticas en beneficio de la calidad educativa, y la mejora de los aprendizajes.

 

Es sólo a través del diálogo, el trabajo en equipo y la reflexión que lograremos “garantizar una educación de calidad inclusiva y equitativa, y promover las oportunidades de aprendizaje permanente para todos, no dejar a nadie atrás”. Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) N°4 acordado por las Naciones Unidas e incluido en la Agenda 2030.

 

En realización a lo que los pedagogos presentan sobre la forma en que los estudiantes aprenden, se relacionan con el contexto social, cognitivo y emocional, ya que somos seres complejos: biosociocognitivos. Hoy en día existe un debate en torno al papel de la memoria en el proceso educativo. Actualmente, existe una concepción equivocada que sostiene que el uso de la memoria en el aula debe ser eliminado. Este enfoque es desacertado, ya que la memoria constituye una facultad esencial de la inteligencia. La memoria es una de las funciones ejecutivas que son necesarias a la hora de aprender y comprender, es la que nos permite registrar, conservar y evocar experiencias (ideas, sentimientos, conceptos, imágenes, etc). Las funciones ejecutivas son un conjunto de capacidades cognitivas necesarias para controlar y autorregular la propia conducta. Es decir, son lo que nos permite establecer, mantener, supervisar, corregir y alcanzar un plan de acción dirigido a una meta. No está una por encima de la otra, cuándo se enseña cada función es esencial y cumple un papel protagónico. Los seres humanos somos mucho más que memoria, cuándo un niño no aprende no es solo culpa de un método o un profesional, es un conjunto de habilidades, contextos y competencias que deben ser atendidas. Lo social, lo cognitivo, lo emocional, lo económico son dimensiones que influyen en el proceso o la dinámica de construir el conocimiento.

 

Por tanto, el auténtico desafío al que nos enfrentamos no es erradicar la memoria de la enseñanza, ya que es indispensable. La meta es suprimir el aprendizaje sin sentido, el aprendizaje memorístico de conceptos y contenidos. El verdadero objetivo es aprehender realmente los conceptos, lograr un aprendizaje significativo. Esto se logra enseñando de manera explícita a los alumnos a comprender lo que leen, capacitándolos para razonar las respuestas en lugar de simplemente reproducir la información del texto, sin sentido.

 

De la pedagogía desde Piaget a Montessori, surge la idea de “alumno como protagonista de su propio aprendizaje. Existe una falsa premisa de que cambiar el foco de la educación del docente al alumno, resulta en el inevitable desplazamiento y la desautorización del docente. Cambiar el foco de la educación tiene como fin transformar la enseñanza para que las clases sean motivadoras, y la escuela no sea un lugar, solo, de cuidado, sino que cumpla con su función prioritaria la de calidad. Y, además, tanto docentes como alumnos quieran ir, sean reconocidos y valorados, logrando así brindar una experiencia feliz a los niños. 

 

Ahora bien, dar apoyo, motivar y guiar, no significa que no se vayan a exigir ciertos resultados a los alumnos, debe existir un equilibrio. Aquí hay un punto crucial: el compromiso de la comunidad y la participación de la familia en el proceso de formación de los alumnos. Escuela y familia deben trabajar en conjunto para inculcar la importancia del respeto, el esfuerzo y la perseverancia en los niños. La educación no es y no puede ser un proceso aislado que corresponde sólo a la escuela, todos debemos participar para así poder formar ciudadanos informados, éticos y responsables.

 

En cuanto la relación tecnología-escuela, es crucial comprender que la tecnología es conocimiento, es un modelo distinto de abordar el conocimiento, no es simplemente un recurso o una herramienta más. Una vez que entendamos a la tecnología de esta manera es que podremos utilizarla de forma adecuada. En este sentido, la tecnología es un tema que amerita ser abordado en mayor profundidad y dedicarle una atención específica en otra oportunidad. 

 

Finalmente, se aborda también en el artículo el concepto de "aprender a aprender". A primera vista, podría parecer un concepto “ridículo”, como señala Lucrecia Rego de Planas en su ensayo, "el cerebro no necesita aprender a aprender; siempre está listo para aprender. De hecho, el cerebro continuamente está aprendiendo algo". Para entender el sentido de esta capacidad, es crucial comprender que la educación debe fomentar el desarrollo de habilidades en los estudiantes a través de conocimientos prioritarios, y aquí es donde entra en juego la capacidad de "aprender a aprender", la capacidad de construir un pensamiento crítico.

 

Con el objetivo de brindar criterios y lineamientos para repensar el modelo escolar, la Secretaría de Innovación y Calidad Educativa del Ministerio de Educación, publicó en 2017 un documento al que titularon “Marco de Organización de los Aprendizajes para la Educación Obligatoria Argentina” (MOA). El mismo define esta habilidad como la capacidad de "iniciar, organizar y sostener el propio aprendizaje". A diferencia de lo que muchas veces se piensa, esta competencia no implica enseñar al cerebro a aprender, sino formar al estudiante para que pueda monitorear y reconocer sus propios procesos y necesidades de aprendizaje. Esto se puede lograr mediante rutinas de pensamiento, actividades de reflexión y metacognición, así como la autoevaluación, entre otras estrategias.

 

La capacidad de "aprender a aprender" está estrechamente vinculada con la motivación y la iniciativa, ya que va más allá de lo que el docente dice o señala sobre los logros o desafíos del estudiante. Es el propio alumno quien puede identificar la forma en que aprende y ser consciente de las áreas que necesita seguir trabajando y mejorando para alcanzar los niveles de desempeño esperados. Desarrollar esta capacidad resulta fundamental para formar ciudadanos reflexivos en relación con su rendimiento laboral. De esta manera, los individuos no sólo serán capaces de aplicar sus conocimientos para abordar las tareas asignadas, sino que también podrán reconocer las áreas en las que necesitan adquirir nuevos conocimientos, y contarán con la flexibilidad para adaptarse a diferentes situaciones y al cambio.

 

En definitiva, son diversas las razones por las cuales el sistema educativo y las escuelas no operan de la manera que deberían. Sin embargo, no todo está mal, existen buenas prácticas en las cuales debemos centrar nuestra atención. La buena noticia radica en el hecho de que hay docentes, psicólogos y pedagogos comprometidos con la mejora de la calidad educativa, implementando prácticas efectivas que merecen ser compartidas. Como señala Carlos Torrendell, secretario de Educación de la Nación, "Si estamos todo el día hablando de todo lo que anda mal, nadie aprende a hacer las cosas bien. Para aprender hay que hablar de lo que hay que mejorar, de los errores, pero también hay que conocer buenas prácticas. Entonces, dediquémonos a hacer públicas las buenas prácticas.”

Todos los niños tienen el derecho a la igualdad de oportunidades para construir saberes- conocimiento y la tarea del sistema educativo es garantizarlo. (LEN 26206 art. 1,2,3,4,5) ¿Cómo? trabajar interdisciplinariamente desde la equidad, calidad e inversión. Todos son parte de un sistema y todos son indispensables a la hora de garantizar los derechos a la educación.

 

 

Bibliografía

Ministerio de Educación de la Nación Argentina (2017). Marco Nacional de integración de los aprendizajes: hacia el desarrollo de capacidades. Buenos Aires.

Borzone, A. M., & De Mier, M. V. (s.f.). Queremos Aprender. Obtenido de https://www.queremosaprender.com.ar

Diuk, B. (s.f.). Propuesta Dale. Obtenido de https://propuestadale.org/

Messi, L., Rossi, B., & Ventura, A. C. (2016). La Psicopedagogía en el ámbito escolar. ¿Qué y cómo representan los docentes la intervención psicopedagógica? CONICET.

Peiró, C. (18 de febrero de 2024). ¿Por qué los chicos ya no aprenden a leer y escribir?: un ensayo culpa a la excesiva influencia de pedagogos y psicólogos en la escuela. Infobae. Obtenido de https://www.infobae.com/opinion/2024/02/18/por-que-los-chicos-ya-no-aprenden-a-leer-y-escribir-un-ensayo-culpa-a-la-excesiva-influencia-de-pedagogos-y-psicologos-en-la-escuela/

Unidas, N. (s.f.). Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Obtenido de https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/education/

Zavalía, M. (s.f.). Intelexia. Obtenido de Aprendo Leyendo: https://www.intelexia.com/servicios

 

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*Lic. Profesora en Educación primaria recibida de la Universidad Católica Argentina. Actualmente, se desempeña como maestra de inglés en un colegio primario de CABA y como asesora en contenidos educativos en la Secretaría de Educación de la Nación.