El futuro de la educación no pide permiso
Lo digital, las redes, las pantallas y la inteligencia artificial pueden contribuir a generar una nueva tecnología del saber que articule lo presente (incluyendo, tal vez, lo escolar) y alcance la Pansofía
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El Banco Mundial asegura que la mitad de la población mundial sufre pobreza de aprendizaje: o no asiste a la escuela, o asiste y no aprende. En países en desarrollo asciende a dos de cada tres personas. Se trata de un fracaso escolar masivo, no porque los alumnos abandonan o no aprenden, o porque los maestros no enseñen bien; semejante extensión del fracaso no es atribuible a lo individual. La magnitud solo se explica por tres factores macro y complementarios: el fracaso de la política, de la pedagogía y de la capacidad de la tecnología escolar.
Los que adjudican este fracaso solo a la política reclaman más recursos y reorganizar los sistemas escolares. Esta posición es valiosa y no debe dejarse de lado, pero tiene límites: muchas sociedades que apuestan a la educación también tienen enormes problemas de aprendizajes. Incluso países desarrollados están estancados o descendiendo en las pruebas internacionales mientras crece el fracaso en sus regiones más pobres.
Quienes responsabilizan a la pedagogía, sostienen que un cambio en los métodos solucionará estos problemas, mostrando que en décadas pasadas los chicos aprendían más o apoyándose en nueva evidencia científica. Una mejora didáctica es indispensable, pero ambas explicaciones fallan, pues la eficacia de antaño se daba en sistemas escolares más pequeños y socialmente homogéneos y que no se apoyaban en evidencia científica: el crecimiento del número de alumnos y la diversidad no refutan, pero relativizan la potencia pedagógica. En esta línea están los que apuestan a “la tecnología” sin advertir que la escuela ya es una tecnología y que, no solo en educación, es muy difícil superponer tecnologías con éxito.
Liberar la Pansofía
Quienes creemos que está cerca la superación de la tecnología escolar no descartamos estas soluciones, pero reconocemos que la escuela es un instrumento para la Pansofía, no un fin en sí mismo. Así como Comenius entendió su tiempo y diseñó una tecnología para el aprendizaje masivo, también nosotros podemos entender que lo digital, las redes, las pantallas y la inteligencia artificial pueden contribuir a generar una nueva tecnología del saber que articule lo presente (incluyendo, tal vez, lo escolar) y alcance la Pansofía. Defender la escuela como si nada sucediera es secuestrar a la Pansofía, como la bruja Gothel secuestró a Rapunzel para limitar su poder. Más se defiende en bloque a la escuela, más se la condena a su deterioro.
Al futuro no le importa si queremos escuelas para siempre, así como no nos preguntó si deseábamos que una computadora reemplace a un diario de papel, una aplicación concierte una cita romántica, una plataforma admita asistir una serie en el subte o el streaming permita conversar reduciendo el espacio físico. La ingenuidad es aliada del fracaso escolar masivo.
El futuro de no pide permiso. Soy docente, por lo que no soy fanático de la desescolarización. Pero entiendo que retornar al pasado, meter tecnología sobre tecnología o maquillar la instrucción simultánea para hacerla cool están reprimiendo lo fundamental: que todos sepan todo. Hay que liberar la Pansofía, no encerrarla en la torre.
https://www.infobae.com/opinion/2024/05/22/el-futuro-de-la-educacion-no-pide-permiso/?s=03